La ciudadanía italiana es otorgada, sin límite de generaciones, a los descendientes de los italianos emigrados a través del “ius sanguinis” (derecho de sangre), sin saltos generacionales (quiere decir que es necesario presentar las partidas de nacimiento y de matrimonio de todas las personas que integran la cadena de transmisión), para probar la descendencia, como que también ninguno renunció a su ciudadanía.
Para tener derecho a la ciudadanía italiana es necesario, entonces, ser descendiente en línea recta de un familiar que sea ciudadano italiano (por. ej: tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, padre).
El ancestro italiano nacido antes del 17 de marzo de 1861 (proclamación del Reino de Italia) debe haber muerto después de esa fecha y haber muerto con posesión de la ciudadanía italiana, para que sus descendientes tengan derecho a la ciudadanía.
El italiano/a que adquiría otra nacionalidad antes del 16-08-1992 implicaba la pérdida de su nacionalidad italiana. En cambio después de esta fecha, cambio la ley, y el italiano/a que adquiría otra nacionalidad después de esta fecha conserva la italiana salvo que renuncie expresamente a ella.
En caso de que existan mujeres en la línea de transmisión de la ciudadanía, tienen derecho a la misma sus hijos y/o hijas nacidos/as a partir del 01/01/1948. Lo que importa entonces no es la fecha de nacimiento de la mujer sino la de los hijos de la misma. En caso de que su descendiente haya nacido con anterioridad a esa fecha deberá reclamar el reconocimiento de su ciudadanía por vía judicial en Italia.
El fallecimiento de una o más de las personas que integran la línea de descendencia no impide la realización del trámite. Como tampoco que haya personas de la línea de descendencia que no hayan tramitado su ciudadanía.
El derecho a la ciudadanía por ius sanguinis no prescribe.
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